Las Constelaciones Familiares son un método de abordaje terapéutico sistémico, innovador e integrador, que nos permite elaborar un trabajo en nuestra conciencia.

Probablemente el mayor mérito de Hellinger, más allá de las constelaciones como herramienta, haya sido el descubrimiento de cómo actúa la conciencia en los sistemas y el descubrimiento de los patrones sistémicos. Es decir, que si estos principios rigen, es porque existe un mecanismo personal, familiar y colectivo que está actuando en todo momento y nos muestra cuándo se da algún desequilibrio en el sistema. Hellinger se dio cuenta de que era muy importante para el ser humano sentir que pertenece al sistema de origen. De esta manera, formula así el Orden de Pertenencia: “Todos tienen el mismo derecho de pertenecer, independientemente de lo que haya hecho”. Este orden del amor es el orden del amor mayor. El orden de pertenencia es el orden de la conexión con el amor del espíritu necesariamente presente en la vida humana.

Así pues, la Conciencia Personal, nos insta a seguir los dictados del sistema de origen, con el objetivo de seguir perteneciendo a nuestro clan. Por otro lado, hay una instancia mayor, la Conciencia Familiar que vela por la supervivencia de la especie y que rige los destinos de las personas y sus relaciones mediante las normas del mismo sistema.

Cuando Hellinger comprendió cuáles eran las fuerzas y principios sistémicos que regían la vida humana los llamo “Órdenes del Amor”. El amor creó la vida, el amor está al servicio de la vida, la vida es la cara visible del amor.

El Asentimiento – La Rendición: Esta fuerza del amor incluye a los otros tres órdenes del amor, es el asentimiento incondicional a todo tal cual es. El asentimiento a todo es lo que nos da fuerza y nos conecta incondicionalmente con el éxito. Al asentir reconocemos que la vida es una creación de algo más grande ante lo que nos rendimos. Aceptamos y tomamos la vida tal cual nos fue dada y tal cual debe ser. Estamos así, en sintonía con la vida misma y con eso más grande, el Destino Colectivo. Somos uno con el todo.

Orden o Jerarquía – El Respeto: Aceptar la vida es aceptar que la vida nos fue dada por nuestros padres. Es aceptar que somos hijos de nuestros padres. Es reconocer que la vida está organizada por el orden. Todos nacemos en un sistema al cual nos vinculamos. Cada miembro del clan ocupa un lugar según su orden de llegada. Los mayores tienen prioridad respecto a los jóvenes. Los padres vienen primero, luego los hijos, también el hermano mayor ocupa el primer lugar, le sigue el segundo, el tercero…etc. Algunos conflictos surgen, muchas veces, por “estar” ocupando un lugar que no nos corresponde.

Pertenencia – La Inclusión: Esta fuerza nos dice que todos pertenecen por igual. El movimiento de este principio sistémico de pertenencia, es de inclusión  y respeto por las diferencias y lo diferente. Todos somos distintos y todos tenemos el mismo de derecho a pertenecer. La inclusión/exclusión puede ser tanto individual como colectiva; clases sociales, grupos, país de origen, religión, raza, etc. Estas pertenencias se transmiten de generación en generación. Con sus elecciones, el adulto acepta pertenecer a distintos sistemas, hasta poder reconocerse en la pertenencia a todo cuanto existe.

Para la conciencia, todo lo que favorece la expansión del grupo de pertenencia es el Bien, y lo que pone en peligro la supervivencia del grupo es el Mal. De aquí surge el concepto de Buena Conciencia (repito patrones del clan para no perder la Pertenencia) y el de Mala Conciencia (respeto los destinos y el mío inclusive, y rompo con las estructuras y mandatos familiares). La Buena Conciencia es estar en el Amor Niño, desde la inocencia. La Mala Conciencia es estar en el Adulto.

Para subsistir, el grupo de pertenencia necesita ser distinto de los demás. Luchará por no cambiar y por mantener su identidad. O sea, mantener aquellos patrones que hicieron posible la supervivencia de la especie.

El Equilibrio entre el Dar y el Tomar – El Agradecimiento: Es la compensación entre pérdidas y ganancias del sistema. Esta fuerza nos impulsa a la rendición y la reconciliación, a soltar la separación y entregarnos a la unicidad. Nivelar el gran libro de cuentas del sistema familiar, sanar las heridas, integrar las deudas de agradecimiento, unir lo que estaba separado.

También significa agradecer, lograr el balance entre el dar y el tomar. Tomamos lo que podemos tomar. Damos lo que podemos dar.

Las relaciones son un dar y tomar. Crecen cuando el intercambio es positivo y equilibrado, y entran en conflicto, pierden fuerza o mueren cuando ese dar y tomar no es equilibrado.

Los padres dan y los hijos toman. Los hijos no pueden devolver a los padres lo recibido, pero pueden tomarlo e integrarlo agradeciendo lo que viene de ellos. De esta manera uno toma la vida de los padres tal y como vino sin añadir ni restar nada. Los hijos también pueden compensar dando a otros lo recibido: a sus propios hijos o en su labor social o laboral

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