Bert Hellinger nació en Alemania el 16 de diciembre de 1925. Tenía un hermano mayor y eran hijos de una ilustre familia católica. Hellinger considera que su familia y los primeros años de vida, fueron de gran influencia en todo su trabajo posterior.

Estuvo en la guerra y también fue prisionero en un campo americano de prisioneros en Bélgica. Al año pudo librarse de su confinamiento y lograr llegar a su casa. Su madre, que en realidad esperaba a su otro hijo, al abrirle la puerta, se sintió decepcionada. Su hermano mayor no regreso nunca.

Desde su niñez, deseaba ser sacerdote. Y esta fue la otra gran influencia que tuvo en su trabajo con el desarrollo de las Constelaciones Familiares. A los 20 años ingresa al seminario. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Würzburg en Alemania (1947-1951) y Pedagogía. Decide terminar sus estudios en Sudáfrica para empezar a ejercer su vocación entre los Zulúes.

Permaneció con ellos durante 16 años, y esta convivencia reafirmó sus ambiciones en cuanto al trabajo futuro. El respeto a los mayores que había aprendido en su familia, se vio confirmado por la cultura de esta tribu. Gracias a su convivencia con varias culturas, en el tiempo que permaneció en  Sudáfrica, aprende a tomar otra conciencia con respecto a los valores culturales y éticos. Muchos de los rituales y costumbres de estas tribus, se asimilaban a los del culto católico y la honra hacia las experiencias y vivencias humanas.

Estando participando en una dinámica de grupo en su misión, uno de los instructores le preguntó en el grupo: “¿Qué es más importante para ti, tus ideales o la gente? ¿Cuál sacrificarías?”. El instructor les pidió a todos que meditasen acerca de la pregunta durante toda la noche y recién al otro día  den sus respuestas. Hellinger paso la noche sin dormir, y mas tarde,  comentó: “Le fui muy agradecido por haberme hecho esa pregunta. De alguna forma esta pregunta cambió mi vida. Pues esa orientación fundamental hacia las personas ha dirigido todo mi trabajo desde entonces. Una pregunta digna de todo”.

Luego de esos 16 años, regresa a Alemania y abandona los hábitos. Descubre la Gestalt y es el primer cliente de la “Silla Caliente”. Explica que gracias a este ejercicio descubrió que el sacerdocio para él había terminado definitivamente. En Alemania, luego inicia su formación psicoanalítica.

Conoció a su primera esposa Herta, Psicóloga y ex monja, como él. No tuvieron hijos.

El Psicoanálisis fue muy importante para él. Más adelante, gracias a su instructor, conoce el “Grito Primal” de Janov y su trabajo terapéutico a través del cuerpo, y se da cuenta que con un libro no le es suficiente, y decide conocer personalmente a Janov y experimentar su terapia del Grito Primal.

Junto a su esposa Herta, integró lo que había aprendido de la Dinámica de Grupo y el Psicoanálisis con la Terapia Gestalt, la Terapia Primal y el Análisis Transaccional. En esos momentos, la pareja se formó en varias terapias breves y sus intervenciones eran cada vez más certeras. Sumaron luego, distintas formaciones en terapias sistémicas familiares. El libro de Ivan Boszormenyi-Nagy, Lealtades Invisibles, su reconocimiento de las lealtades ocultas y su necesidad de mantener un equilibrio entre el dar y el tomar en las familias, les impactó y fue de importante aporte a las constelaciones Familiares.

Continuaron el trabajo en la Terapia Familiar y en Hipnoterapia y PNL (Programación Neurolingüistica) con Milton Erikson.

Gracias a su percepción fenomenológica, va tomando conciencia de lo que hay detrás de la realidad aparente, detrás de los conflictos y del sufrimiento, detrás de la paz y la felicidad. Trabaja en y con los campos morfogenéticos, descubriendo las leyes sistémicas del amor, los “Órdenes del Amor”, el papel de la conciencia y la dinámica del movimiento sanador.

Hacia 2003, Bert distingue entre movimiento del alma y movimiento del espíritu. Los movimientos del alma serían los movimientos de la conciencia, de lo que crea las intrincaciones y compensaciones arcaicas. Mientras que el movimiento del espíritu es la conexión con una energía en movimiento, una energía de amor que procede de fuera, de más allá de lo sistémico y que hace fluir la fuerza sanadora en la Constelación. De ahí nacen las Constelaciones del Espíritu o Nuevas Constelaciones, como le gusta a Bert llamarlas. Son constelaciones en las que el constelador conecta con algo más grande y deja hacer. La eficacia es cada vez mayor y más global.

El campo creado por Bert Hellinger no cesa de crecer y enriquecerse. Su método está en continua evolución.

Compartir en Redes