El trabajo de ayudador es muy importante y a su vez complejo. Muchos se acaban enfermando o sufriendo alguna consecuencia, incluso alcanzando a su sistema familiar. Esto ocurre porque muchas veces, el facilitador “acepta” inconscientemente ciertos campos. Se involucra en “guerras” de parejas o de otros tipos de vínculos. “Odios”, “rechazos a la vida”, etc. No se cuidan bien, por ejemplo, si permiten mucho discurso, si se pasan mucho tiempo escuchando.
Hay personas que han hecho un arte y un culto de las discusiones y las peleas, del juicio y de la victimización, lo hacen tan bien, que por momentos el facilitador se puede sentir agotado, tenso, se dispersa y ya no puede “ayudar”, acompañar.
¿Cuál es el secreto? Permitir que el consultante, tenga solo un tiempo estipulado para contar su problemática y desarrollarla. Con toda la emocionalidad que le surja y lo sienta.
¿Cuál es el secreto para darnos cuenta que una intervención funcionó bien? Se reconoce cuando el terapeuta se siente bien. Cuando el ayudador se siente bien, esta cuidando no solo de su bienestar, esta mirando el sistema familiar de su consultante y a su propio sistema. Cuando está presente y se siente bien, no permite que pasen cosas que puedan lastimar el bienestar del campo.
En un trabajo de Constelaciones, con poco tiempo, se tocan asuntos esenciales que generan movimientos significativos en las personas. Luego la persona puede seguir en un proceso terapéutico. Las constelaciones familiares son un trabajo muy humano. Es un lugar donde, en cierta manera, todos somos hermanos, porque a todos nos conciernen los mismos asuntos.
En el mundo de la ayuda existen muchas herramientas, pero el trabajo con CF sigue siendo diferente. Siempre hay algo nuevo que mirar. Los procesos son infinitos, como infinitas son las personas. Como infinitas son las individualidades. Nada puede ser de manual, porque cada persona sigue siendo un misterio.
Al trabajar con esta herramienta estamos obligados a ser más humildes cada día. Porque el poder verdadero radica en la misma constelación. Es en sí misma un campo de sabiduría. Por eso decimos que el saber jamás esta en el facilitador.
La humildad nos lleva hacia el no juicio. La mirada sistémica abarca el SI a todo tal cual es. Necesitamos ser humildes y respetuosos de los destinos.
Para el Constelador Sistémico, hay un saber que más amplio se hace cuanto más uno calla y hace silencio. Cuando desarrolla la escucha activa y el estado de Presencia. El terapeuta siempre está un paso por detrás de la constelación. Nunca por delante.
Las Constelaciones Familiares se han hecho muy populares, porque todo parece un trabajo sencillo y por estar enmarcada dentro de las Terapias Breves. Pero la clave está en la Actitud del Facilitador y no en el método. Tener comprensiones sistémicas y mirada amplia hacia el Todo, no es tan simple. Más aún si no hemos hecho nuestro propio recorrido.
Por eso muchas veces aparecen “efectos secundarios” en la vida de los facilitadores y en sus sistemas, cuando éstos trabajan para querer lograr algo, cuando se colocan en lugares que no les corresponden. La actitud sistémica del facilitador es estar en su Centro Vacío, sin expectativas y sin intenciones. Se enferman, muchas veces, por pretender querer tomar la vida de sus consultantes en sus manos, queriendo reparar situaciones propias a través de ellos.
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